Por Pili Fonte, educadora y feliz madre de una familia diversa
Querida Alejandra:
¡Qué rápido pasa el tiempo! ¡Ya 12 años! Recuerdo como si fuera hoy el día que naciste. Llegaste a nuestras vidas con 6 semanas de antelación porque el mundo se te quedaba pequeño, ese mundo que luego sabríamos que naciste para cambiarlo, para abrir mentes y corazones, para llenarlo de luz.
Llegamos a casa pensando que eras un niño porque, tanto tu familia como el equipo médico, sólo nos fijamos en tus características físicas para determinar tu identidad. ¡Qué equivocadas estábamos, mi niña! Pero nos mostraste el camino hacia ti, poco a poco nos fuiste dejando miguitas de pan. Porque tú, mi amor, no te resignaste a vivir una vida que no te correspondía, decidiste ser feliz; decidiste ser fiel a ti misma y no vivir una farsa.
Siempre con una sonrisa dibujada en tus labios te enfrentabas a los prejuicios de jugar con muñecas, de disfrazarte de princesa. Nunca te importó la opinión de las demás personas, tenías claro quien eras y luchaste para te viéramos. Y cuando por fin te vimos, con 9 años, vimos a una niña valiente, segura de sí misma, feliz, con una personalidad arrolladora y empática.
Me viene a la cabeza aquel primer día en el que te mostraste al mundo como la niña que siempre fuiste, como Alejandra. Papi estaba muy nervioso porque tenía miedo de que la gente te lo pusiera difícil, pero tú le agarraste fuerte de la mano y con tu habitual sonrisa y llena de brillos, lentejuelas y purpurina, emprendiste el camino hacia el autobús escolar. Papá siempre cuenta que cuando te miró a la cara y vio tu felicidad se le quitaron todos los miedos de golpe y que fue el hombre más feliz del mundo caminando esos 300 metros de trayecto hacia el autobús de tu mano, aunque en realidad eras tú la que lo llevabas a él.
Y entonces empezamos a escuchar que si “cuerpo equivocado”, que si “es un niño que quiere ser una niña”, “que si está enferma” y nos dimos cuenta de que la sociedad no está preparada para la diversidad humana, nos dimos cuenta de que falta información y de que hay mucha desinformación. Tú eres una niña desde el día que te parí. Tu cuerpo es perfecto mi amor, no dejes que nadie te convenza de lo contrario. ¿Qué eres una niña trans? Pues sí y a mucha honra, pero aparte de ser trans eres un montón de cosas más: simpática, alegre, traviesa, soñadora, educada, respetuosa… Ya sabes que ser trans no es nada malo, que lo malo es la transfobia. Estoy muy feliz de que seas mi hija, de que seas mi hija trans y pronuncio este adjetivo sin ningún tipo de miedo o vergüenza, lo pronuncio con muchísimo orgullo.
¡Vuela alto cariño!
Firmado:
Tu madre que te quiere incondicionalmente.
P.D.: Gracias por elegirnos.